martes, 23 de septiembre de 2014

LA VISIÓN CRISTIANO CIENTÍFICA (DE LAS APARICIONES) - PATRICK HARPUR


Este artículo es una crítica de Patrick Harpur a la forma de percibir las apariciones por los cristianos y científicos, cuyo paradigma no deja observar la realidad como tal. Da algunas pautas de cómo liberarse del veneno cultural de estos dos paradigmas.

“Resulta divertido e interesante establecer distinciones entre diferentes tipos de seres feéricos (1) y entre, pongamos, seres feéricos y alienígenas. Pero una clasificación formal no es posible ni, creo yo, deseable. La clasificación presupone un tipo de pensamiento que no es aplicable al mundo visionario o de las apariciones. Y, además, las propias apariciones se resisten a ello. En cuanto se les atribuye una característica, viene otra a contradecirla. Así pues, en lugar de constreñir las apariciones a una u otra categoría, es más sensato dejar que tomen ellas la iniciativa para saber cómo debemos verlas. Esto significa modificar nuestro punto de vista, que, explícita o implícitamente, ha sido modelado por el cristianismo y, más recientemente, por la ciencia. 

El cristianismo no consiente las hadas, ni los alienígenas o similares. Sus dirigentes apenas pueden tolerar las visiones acreditadas de la Virgen María. En conjunto, el cristianismo desearía que las apariciones se esfumaran. Si no lo hacen, se ve inducido a afirmar que son obra del diablo. La ciencia las ignora por completo. Las apariciones y las visiones, contrariamente a lo que creen, por ejemplo, la mayoría de los ufólogos, tienen poco que ver con la ciencia. A pesar de todos los esfuerzos de pseudocientíficos como los parapsicólogos para demostrar su existencia, seguirán siendo (como casi todas las cosas en la vida) rumores, habladurías, anécdotas, historias y experiencias privadas. Siempre habrá abundantes historias sobre pruebas –afirmaciones de que hadas y alienígenas han sido atrapados, disparados, fotografiados o lo que sea-, pero no nunca existirá una prueba inequívoca en sí misma. Y, aun así, la prueba no demuestra nada. Nadie que haya visto o sentido toda la fuerza de una aparición pide pruebas, y si trata de desmotrárselo a otros es solo porque se siente obligado a hacerlo, al tenor científico de nuestro tiempo. 

Si la ciencia se conformara con ignorar las apariciones, todo estará bien. Por desgracia, ha alimentado una ideología, el cientificismo (a grandes rasgos, una mezcla de positivismo lógico y materialismo filosófico), que cree apropiado pronunciarse sobre cuestiones que no le conciernen, como la experiencia visionaria. Puesto que estas cuestiones no se adecuan a los esquemas de cosas, el cientificismo las condena con todo el celo de un cristiano converso. En el mejor de los casos, adopta una postura de superioridad, como si perteneciera a un terreno moral más elevado, y recurre a la psicología (con lo cual quiere decir “dentro de la mente”) o, sí, a “tensiones psicosociales”. Ni en sueños daría crédito al testimonio de personas corrientes. Forma parte intrínseca del cristianismo “oficial” y del cientificismo proyectarse como superiores (el cristianismo y el cientificismo verdaderos sufren la duda y la humildad).

Para entender las apariciones tenemos que cultivar una visión del mundo distinta de la que se basa el cristianismo, la ciencia y sus legados ideológicos. Como ya hemos visto en Jung, que sostenía tal visión, una parte considerable de ello implica dar la vuelta a presuposiciones, reexaminar la “realidad” y reinstaurar la importancia de los sueños, los contenidos inconscientes y las imágenes del alma. Afortunadamente, no es algo tan difícil como sugiere la complicada y a menudo ampulosa psicología de Jung. Y es que la misma visión existía en todas partes en la era precristiana, y existe todavía en las culturas no monoteístas. Incluso existe, contra todo pronóstico, extraoficialmente –instintivamente- entre grupos e individuos de un precedente de su visión, de un contexto histórico para las pruebas que ven con sus propios ojos.”

(1) Por "seres feéricos" el autor entiende todo tipo de entidades elementales como elfos, gnomos, duendes, hadas, etc.

Texto tomado de "Realidad Daimónica - Patrick Harpur"

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